Cuando nos sentamos a la mesa, hay algo que trasciende el simple acto de comer: la experiencia gastronómica. En Aral, un restaurante donde la cocina mediterránea se fusiona con la creatividad y el respeto por el producto local, cada detalle cuenta para que esa experiencia sea inolvidable. Uno de esos detalles es el maridaje: el arte de combinar la comida con el vino adecuado para realzar y transformar cada sabor.
¿Qué es el Maridaje y por qué es tan importante?
El maridaje no es solo una cuestión de protocolo o de cultura gourmet, sino un verdadero puente de sensaciones entre la comida y el vino. Cuando ambos se encuentran en armonía, los sabores se potencian, se equilibran y se elevan. Un maridaje bien pensado puede convertir un buen plato en una experiencia memorable, porque los aromas, las texturas y los matices se multiplican en el paladar.
En Aral el maridaje adquiere una dimensión especial. Aquí los sabores suelen ser frescos, equilibrados, con guiños al mar, a la huerta y al sol. Por eso, la selección de vinos ha sido cuidadosamente diseñada para acompañar cada una de nuestras creaciones, sin eclipsarlas y sin dejar de lado la esencia de la tierra.
Blancos que realzan la frescura del mar
Los vinos blancos son los grandes aliados de la cocina mediterránea, especialmente en platos donde los protagonistas son los pescados, mariscos, arroces o verduras. La carta de vinos de Aral ofrece una selección pensada para cada matiz.
Un Albariño como el Pazo das Bruxas es la elección perfecta para acompañar un arroz de marisco o un pescado a la plancha. Su frescura, sus notas de cítricos y flor blanca, y su acidez equilibrada limpian el paladar y realzan los sabores salinos del mar.
Para quienes prefieren un vino con más cuerpo, pero igual de frescura, el Godello —como el Beio Godello— es una opción sublime. Este vino, con sus aromas melocotón y lichi, su textura fluida y su elegante acidez, es ideal para platos como el arroz meloso de bogavante o un pescado en salsa ligera.
En los días en los que apetece un toque más aromático y exótico, el Viña Esmeralda con Moscatel de Alejandría y Gewürztraminer ofrece una explosión de aromas florales y afrutados que combina a la perfección con platos especiados, ceviches o incluso con la cocina asiática.

Tintos: profundidad y carácter mediterráneo
Aunque la cocina de Aral respira Mediterráneo, no faltan en la carta platos con más intensidad, carnes, arroces de montaña o platos de caza. Aquí es donde los vinos tintos despliegan todo su potencial.
Un Rioja Crianza como el 22 Pies ofrece un equilibrio perfecto entre fruta y madera, entre frescura y profundidad, ideal para acompañar carnes a la brasa o incluso un arroz de costilla. Su crianza en barrica de roble francés aporta matices de vainilla y tostados sin perder la jugosidad de la fruta.
Si se busca un vino más rotundo, el Venta del Puerto nº12, con su ensamblaje de Merlot, Syrah, Cabernet Sauvignon y Tempranillo, ofrece potencia, taninos dulces y un paso por boca envolvente.
Para ocasiones especiales, el Pago de Carraovejas de Ribera del Duero es una apuesta segura: un vino elegante, vibrante, con una complejidad que pide a gritos platos intensos y sabrosos, donde la calidad de los ingredientes y la dedicación en cocina brillan al máximo.
Rosados: ligereza, versatilidad y elegancia
Los vinos rosados son una de las grandes revelaciones de los últimos años. Ya no son vistos solo como vinos de verano, sino como opciones versátiles y gastronómicas. En Aral, donde la carta permite jugar con texturas y sabores, un Viña Esmeralda Rosé, seductor y delicado, es perfecto para platos ligeros, ensaladas o incluso arroces más suaves.
Por su parte, el La Vieille Ferme Rosé, con su carácter afrancesado, cuerpo y volumen, permite maridar desde pastas hasta carnes blancas, aportando frescura sin perder presencia en boca.
El maridaje es, en última instancia, una aventura personal. Hay guías, sí, pero lo más importante es la conexión emocional que cada persona establece con un vino y un plato. En Aral no creemos en reglas rígidas: creemos en sensaciones, en descubrimientos, en momentos únicos.
Por eso, nuestro equipo de sala está siempre disponible para guiar a los comensales en esta travesía, recomendando vinos que complementen los sabores de cada plato, pero también animando a explorar, a atreverse y a disfrutar.
Porque en Aral no solo se viene a comer o a beber: se viene a vivir la gastronomía.